Tenía 14 años, cuando a Zahra Cooper le detectaron “disforia de género”, pero realidad padecía del Síndrome de Asperger.
“Siempre he luchado con mi identidad de género, siempre me preguntaba si yo era un niño o una niña, en un principio pensé que era lesbiana, pero después de ver videos en Youtube de transexuales, sintió que estuvo en cuerpo atrapado, fue tanta la presión psicológica que intenté terminar con mi vida, comentó Zahra Cooper.
Es una pena que un mal diagnóstico médico destruya gran parte de la niñez de Cooper. Nadie entendió que su distanciamiento con el resto de personas, no fue producto de una disforia, sino por los momentos duros que le tocó atravesar a tan corta edad.
La separación de sus padres, el irse a vivir con sus abuelos, la timidez para relacionarse, la falta de personalidad y el alto contenido de videos transgénero hicieron que sus pensamientos se entrecruzaran y se confundiera aún más.
Los psiquiatrías actuaron negligentemente, ya que Cooper no es el primer caso, sino que existen otros jóvenes que atraviesan por las misma situación. Sus vidas marcadas por culpa de ciertos especialistas que solo buscan el peso de la ideología en las vidas de sus pacientes, que en la salud de sus pacientes.
Cooper le dieron la «mejor solución» el cambio de sexo, sin un previo análisis exhaustivo. Esta difícil decisión deterioro su vida.
Ahora Cooper a sus 21 años se lamenta , ya que ella desea volver hacer mujer, porque las personas la ven como un chico, debido a la cantidad de hormonas (testosterona) que ha ingerido y se inyectaba durante años, esto provocaba sus cambios de ánimos (irritabilidad, depresión).
“Tenía una voz más grave, vello facial y muchos otros cambios pero yo no estaba contenta con ellos, no me sentía yo”, señaló Cooper.
En su intento de morir por sobredosis es que el abuelo llega a su cuarto y la encuentra tirada en el piso, su rápido accionar logró salvarle la vida. Y este fue la llamada de alerta que hizo Cooper por recibir ayuda.
Fue así que el abuelo de Cooper acude a otros especialistas para atender su caso. Y tras un exhaustivo examen se llegó a la conclusión que Zahra Cooper no padecía de disforia de género, sino del Síndrome de Asperger, es una variante del autismo.
Este síndrome, es difícil ser detectado porque se oculta bien detrás de otros trastornos y también actúa diferente de cada individuo. Algunos muestran su incapacidad para relacionarse con el resto, presenta torpezas con su lenguaje corporal, mantienen conversaciones unilaterales, muy obsesivas y el tema se centra en un único interés, entre otras características.
Cooper sabe que su camino de regreso es muy pesado. Se lamenta por no haberlo descubrirlo a tiempo para no atravesar tanto sufrimiento. Pero pese a todo, ella resalta que se encuentra feliz, no toma testosterona y sus intentos de suicidios han desaparecido. El regreso de la niña Cooper esta en camino.