¿Por qué debemos salir este 4 de Marzo a las calles?
El núcleo básico de la sociedad, esta célula viva que es fundamental para el desarrollo de nuestros pueblos, al parecer ha sido golpeada en su esencia.
Las familias de todo el país están cansadas de muchas cosas, entre ellas, la gran indiferencia del gobierno. Es que claro está, el gobierno peruano a lo largo de estos poco más de 25 años de “democracia”, ha sido indiferente a reclamos justos, sólo benefician a ciertos grupos de poder y se disfrazan imponiendo ideas, conceptos y estilos de vida que la gente común no desea.
Y el beneficio a sectores de poder económico es tan claro, que salen a la luz hechos vergonzosos de corrupción. Basta de ello, el Estado fue elegido democráticamente por el poder del pueblo y deben atender a estas necesidades.
Es lamentable la actitud mutis que hace el presidente PPK, observando de muy lejos el malestar de cientos de miles de familias peruanas, sin tener una respuesta y solución contundente para atender nuestros reclamos.
Y es que lo que se quiere imponer, es tan nefasto, no solo por la maquiavélica idea de su contenido, sino por el gran negociazo que a sus espaldas trae y que el pueblo será obligado a consumir. La gente está cansado de ello, de escuchar ideologías y conceptos que quiera menoscabar sus derechos legítimos.
Da mucha pena que pequeños grupos con inclinaciones y atracciones sean manipulados, bajo los conceptos de libertad y derechos. Hay que ver más allá de las narices para darnos cuenta del terrible daño que ocasiona la aprobación del matrimonio igualitario y la proliferación abierta de la ideología de género en nuestras escuelas.
Por eso, el 4 de Marzo debe ser una fecha clave, para sacudir no solo al gobierno, sino la conciencia de todo un país menoscabado en sus valores. El Perú sufre ahora de una podrida llaga que apesta a corrupción, acompañada de una sarna inmensa de falta de valores, que han destruido la conciencia y sumergido en la ignorancia a millones de peruanos.
Debemos levantarnos, para que podamos resucitar de esta muerte moral y salir a flote convirtiéndonos en una nación fuerte, no sólo en temas económicos, políticos o culturales. Sino principalmente morales.
El Perú debe ser esa reserva moral de Sudamérica y porque no del mundo, que no sucumba ante una ola de ideologías altamente nocivas y demoledoras que destruirán a la humanidad apartándolas de su cultura, su esencia y su fe.
Las calles serán el escenario de batalla, una batalla que libraremos miles de familias por el futuro de nuestros niños. Una batalla que el pueblo librará sin palos, ni piedras, ni bombas lacrimógenas; una batalla que será con esperanza creyendo que lograremos nuestra meta.